Buenas noches, hermanos.

   Según entraba a trabajar en mi segundo asalto (Turno de tarde, trabajo todo el día con apenas tres horas para volver a casa y comer), vi el cruce de chats y me apenó bastante ver que la situación llega a estos derroteros.
    Viendo lo que sucede con los muchachos, no puede evitar acordarme de lo que me aconteció en diciembre allá, miro el panorama que tengo aquí y me digo: «¿Merece la pena?» Luego pienso en gente como Éricka, o los hermanos Restrepo, y mi respuesta es un «SÍ» bien rotundo.
   Como ya les dije en alguna ocasión (creo recordar), habían cosas que me chirriaban mucho en la parroquia: mucho estar todo el día diciendo «Bendiciones» por aquí «Bendiciones» por allá; que si «Gloria a Dios», o «Bendito sea mi Señor», pero…. ¿y qué? No sirve de nada estar nombrando a Dios a cada dos o tres palabras como compitiendo a ver quién la tiene más larga (perdón por la groserísima comparación), si luego el interior está hueco y vacío (o podrido en según qué casos)? Eso es lo que me encontré a mi pesar en la Locería: Una especie de Club social dentro de lo que viene a ser la gente que conforma el coro de los Domingos (los que antaño fueron los jóvenes de la parroquia), los cuales van más a lo suyo y lucirse, que realmente servir a la parroquia; con una visión de la Fe que, si no compartes, ya te convierte ese no compartirlo en un cero a la izquierda que ya no sirve para nada.
    Honestamente, veo cínico, hipócrita y digno de fariseos el tener todo el día a Dios en los labios, pero luego seguir alimentando rencillas, estar más pendientes de cómo se ven y qué pueden decir de ellos, o incluso el mentir para faltar a los compromisos. No veía tampoco lógico las «Charlas» del Padre Raúl: una persona que cada vez que le oía hablar me daba la impresión de ser una persona encantada de haberse conocido a sí misma, y que no paraba de mencionar que si hablaba por la radio, que si había compuesto no sé cuantas canciones… Alguien que necesita constantemente mencionar sus «logros» se me antoja falto de la humildad que Jesús mismo mostró (he oído recientemente que dejó el sacerdocio)
    Es por eso que me terminé de decidir a ser catequista de los jóvenes: quería mostrarles que la fe no es tanto el estar diciendo «Bendiciones» a todo el mundo, nombrar a Dios a cada frase, si no lo acompañaba con actos y compromisos, que no se vale ir los Domingos a misa, y luego el Lunes ser peor que Satanás (o no aguantarse al Lunes, y ser reflejo del maligno el mismo Domingo por la tarde). No, rechazo esa Fe fría, sin obras y de aparentar. Siempre ha apostado por una Fe coherente y bien asentada, y es donde quería encaminarme con los pelaos. No era una tarea fácil, pues ya saben que los propios «Antiguos jóvenes» nos empedraron y mucho el camino, pero me sentía confiado y feliz de tenerles a ustedes compartiendo la forma de ver la Fe y compartiendo esa meta común. Recuerden: Esteban fue lapidado, Pablo golpeado y decapitado, Pedro encarcelado y crucificado cabeza abajo, y al mismo Cristo le crucificaron… con unos antecedentes así, no nos esperaba ni espera un camino de rosas; mas les invito a no amedrentarse: El amor del Padre nos acompaña, Cristo nos precedió, y es el Espíritu quien nos impulsa; es nuestro compromiso de bautizados y confirmados, algo que quedó grabado a fuego en nosotros, y no hay marcha atrás porque… ¡Ay de mí, si no evangelizase! Si no lo hiciera, sería alguien más de aquellos que faltan a su compromiso, y me volvería un traidor a aquello que me comprometí, traicionaría el amor del Padre.
   Es tentador renunciar al ver que no hay respuesta (tentado me he sentido yo aquí en España al encontrarme lo que me he encontrado también en la parroquia que dejé atrás en 2012), pero siempre fui muy poco inteligente para reconocer cuando hay que rendirse (en realidad, dicen que soy bien obstinado y que nunca sé ver cuando todo está perdido, pero no renuncio a tener Esperanza) Mas yo les invito a tomar fuerzas, a beber de esa fuente que es el Amor de Dios para que nunca vuelvan a tener sed. Dejen que sea el amor quien les guíe, hagan todo inspirados por el Amor, sean Amor. El Amor no hace las cosas esperando su recompensa por ello; lo hace simplemente porque ama, porque es su naturaleza. El Amor proviene de Dios, y nosotros somos hijos de Dios; ergo si del Amor venimos, Amor somos, la única cosa preciosa que crece al compartirse; y como tales, hemos de ser ejemplo y contagiosos; lo demás, como ya saben, viene por añadidura.
   A veces, el fruto de nuestros esfuerzos no se ve de la noche a la mañana; y tal vez, no lleguemos a verlo jamás; mas si no empezamos a ser piezas de cambio, si no plantamos la semilla, esta jamás germinará. No nos preocupemos por no poder ver los frutos: seamos simplemente trabajadores en la viña del Señor preocupándonos por hacer lo mejor posible nuestro trabajo para que esos frutos algún día broten sanos y puedan nutrir correctamente. Me costó mucho asimilar todo esto en mi interior, pero al decirme el Padre que la alternativa da un resultado mucho peor, decidí ponerme en marcha y hacer cuanto esté en mi mano y de la mejor manera posible. La mayor victoria del maligno es que la gente buena no haga el bien; que se rindan y arrojen la toalla. ¡No le demos ese gusto! Tomemos la lata de «Monster de la Salvación» para llenarnos de fuerza y decirle a ese miserable de pies hendidos que se marche por donde vino, si no quiere un garnatón del Altísimo.
   Espero que mis palabras puedan darles consuelo y fuerza. No sé cómo poder hacerlo de mejor manera desde aquí, a más de 8.000 kilómetros.
Un abrazo en Cristo